BIENVENIDAS, BIENVENIDOS A NUESTRO ESPACIO NO-VIRTUAL

Desde Tucumán Argentina ,
un saludo a quienes nos visitan.

Es nuestro primer blog creado en este año 2008.

Ganas de aprender, de ver el mundo no sólo con nuestra solitaria mirada sino con la de nuestros semejantes, aunque no acuerden con las ideas que procuraremos difundir, debatir.

Sin este lenguaje y otros, que son creaciones sociales de la humanidad, tal vez quienes pretenden silenciarnos habrían triunfado.

Por eso, armar alfabetos sociales de nuestra identidad plural,
gestar condiciones para nuestras autorías de la historia, de la palabra y del pensamiento puede parecer tarea pequeña, sin embargo nos permite tender puentes entre nosotros, conocernos, aprender. Es esa nuestra intención.

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lunes, 7 de abril de 2008

TEMAS DE ACTUALIDAD SOCIAL: LA SOJIZACION DEL CAMPO . . .

Los argentinos hemos vivido durante el mes de marzo,
lo que los medios de comunicación denominaron:
GOBIERNO VS. CAMPO.

¿ ¿ ¿ Así lo vivimos-analizamos nosotros???

Iremos añadiendo algunos textos ( no publicados en los medios ) para dar a
conocer otras versiones, visiones sobre los " piquetes de la abundancia " , sobre el " paro del campo", el paro de quienes , al decir de nuestra Presidenta,
siembran un " yuyo que crece solo. . . "

El texto siguiente me llegó vía mail... Lo comparto con Uds:

" Darse cuenta.... REHENES DE MONSANTO"

Dedicado a la gente del Mocase, y a los expulsados por la soja, la codicia, la ineptitud de los gobiernos, las topadoras y los plaguicidas.

Por: Dr. en Biología Raúl A. Montenegro.Presidente de FUNAM. Profesor Titular de Biología Evolutiva en la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina). Profesor Emérito e invitado en universidades de Europa, Medio Oriente y EEUU - Premio Nóbel Alternativo (Estocolmo, Suecia)

" Qué duro es sentirse minoría en un país de falsas mayorías.

Qué duro es ver que el gobierno nacional y muchos ruralistas luchan entre sí cuando son cómplices necesarios del país sojero. Qué duro es ver cacerolas relucientes y llenas de soja RR ( geneticamente modificada) en el asfalto civilizado de Buenos Aires.

Que duro es ver las cacerolas renegridas y sin tierra de los campesinos de Santiago del Estero o del Chaco.

Que duro es ver a los estudiantes de universidades argentinas con sus carteles de apoyo a los ruralistas en huelga, como si Monsanto y el Che Guevara pudieran darse la mano.

Que duro es recordar que esas cacerolas relucientes, esos estudiantes movilizados y esas familias temerosas del desabastecimiento no salieron a la calle cuando familias de terratenientes y gobiernos complices de este siglo XXI expulsaron a familias y pueblos enteros para plantar su soja de rindes extra-ordinarios. Qué duro es ver la furia ruralista al amparo de reyes sojeros como el Grupo Grobocopatel.

Qué duro es ver el rostro reseco de Doña Juana expulsada, de doña Juana sin tierra, de doña Juana con sus muertos bajo la soja. Qué duro es ver que se cortan las rutas para que China y Europa no dejen de tener soja fresca, y para que Monsanto no deje de vender sus semillas y sus agroquímicos.

Qué duro es comprobar, con los dientes apretados, y con el corazón desierto y sin bosques, que nadie habló ni cortó rutas en nombre de los sin nombre ni en nombre de los miles de indígenas expulsados de sus territorios, de sus plantas medicinales, de su cultura y de su tiempo para que la soja y el glifosato sean los nuevos algarrobos y los nuevos duendes del monte.

Qué duro es ver con las manos y tocar con los ojos que nadie habló en nombre de los campesinos echados a topadora limpia, a bastonazos y a decisiones judiciales sin justicia para que ingresen el endosulfán, las promotoras de Basf y las palas mecánicas con aire acondicionado.

Qué duro es saber que nadie habló en nombre del suelo destruido por la soja y por el cóctel de plaguicidas. Qué duro es comprobar que muchos productores, gobiernos y ciudadanos no saben que los suelos solo son fabricados por los bosques y ambientes nativos, y nunca por los cultivos industriales.

Qué duro es saber que para fabricar 2,5 centímetros de suelo en ambientes templados hacen falta de 700 a 1200 años, y que la soja los romperá en mucho menos tiempo.

Qué duro es recordar que el 80% de los bosques nativos ya fue destrozado, y que funcionarios y productores no ven o no quieren ver que la única forma de tener un país más sustentable es conservar al mismo tiempo superficies equivalentes de ambientes naturales y de cultivos diversificados.

Qué duro es observar cómo se extingue el campesino que convivía con el monte, y cómo lo reemplaza una gran empresa agrícola que empieza irónicamente sus actividades destruyendo ese monte. Qué duro es ver que el monocultivo de la soja refleja el monocultivo de cerebros, la ineptitud de los funcionarios públicos y el silencio de la gente buena. Qué duro es saber que miles de Argentinos están expuestos a las bajas dosis de plaguicidas, y que miles de personas enferman y mueren para que China y Europa puedan alimentar su ganado con soja. Qué duro es saber que las bajas dosis de glifosato, endosulfán, 2,4 D y otros plaguicidas pueden alterar el sistema hormonal de bebés, niños, adolescentes y adultos, y que no sabemos cuántos de ellos enfermaron y murieron por culpa de las bajas dosis porque el estado no hace estudios epidemiológicos.

Qué duro es saber que los bosques y ambientes nativos se desmoronan, que las cuencas hídricas donde se fabrica el agua son invadidas por cultivos, y que Argentina está exportando su genocidio sojero a la Amazonia Boliviana.

Qué duro es comprobar que las cacerolas relucientes son más fáciles de sacar que las topadoras y el monocultivo.

Qué duro es comprobar que en nombre de las exportaciones se violan todos los días, impunemente, los derechos de generaciones de Argentinos que todavía no nacieron.

Qué duro es ver las imágenes por televisión, los piquetes y las cacerolas mientras las almas sin tierra de los campesinos y los indígenas no tienen imágenes, ni piquetes, ni cacerolas que los defiendan.

Qué duro es comprobar que estas reflexiones escritas a medianoche solo circularán gracias a la buena fé de algunos, es decir, en la casi clandestinidad,
mientras Monsanto difunde sus " verdades " y gira sus gigantescas divisas a Estados Unidos,
mientras las topadoras desmontan miles de hectáreas en nuestro chaco semiárido para que rápidamente tengamos 19 millones de hectáreas plantadas con soja, y
mientras miles de niños argentinos duermen sin saber que su sangre tiene plaguicidas, y que su país alguna vez tuvo bosques que fabricaban suelo y conservaban agua.

Muy cerca de ellos las cacerolas abolladas vuelven a la cocina . . ."

Dr. Raul A. Montenegro, BiologoPresidente de FUNAMProfesor Titular de Biologia Evolutiva,Universidad Nacional de Cordoba (Argentina)